Dei Verbum

La inspiración

3. La inspiración (DV 11-13)

La inspiración es otro de los temas que aborda la Constitución dogmática sobre la Divina Revelación, Dei Verbum.

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El viento es necesario para cualquier embarcación. 
El Espíritu es el viento que conduce al Pueblo de Dios, con la Biblia a bordo

La inspiración y la interpretación de la Sagrada Escritura son temas medulares de la Dei Verbum.

Cuatro años fueron necesarios para llegar a un acuerdo: desde diciembre de 1961, con el papa Juan XXIII y el inicio del concilio, hasta noviembre de 1965, con el papa Pablo VI y la Dei Verbum. Fueron años borrascosos con proyectos opuestos entre quienes intentaban defender a toda costa que la Biblia estaba excluida de errores y quienes proponían un nuevo modo de entender la inspiración. ¡Las mejores obras nacen de los conflictos!

Los primeros años del Vaticano II fueron de todo menos pacíficos. Era encendido el desencuentro entre conservadores e innovadores. En 1957 fue llamado por parte de España Luis Alonso Schökel, quien sufrió ataques violentos por quienes le acusaban de sostener que la Biblia podía contener errores. Proponía la inspiración y la interpretación de la Biblia según los cánones artísticos y literarios. Sin ignorar la contribución de otros expertos, Dei Verbum capítulos 11-13 debe mucho a Alonso Schökel.

Durante el concilio, Alonso redactó La Palabra inspirada, que vio la luz en 1966. La Biblia empezaba por fin a ser interpretada como obra literaria.

Luis Alonso publicaba unos años después Il dinamismo della Tradizione (1970), el mejor comentario a la Dei Verbum a día de hoy. En esta obra el profesor Alonso Schökel afirmaba que “Para poder entender la palabra del Espíritu, el hombre debe recibir al Espíritu” y subrayaba  también la primacía del Espíritu sobre la Palabra de Dios en la vida de los creyentes.

El viento es necesario para cualquier embarcación. El Espíritu es el viento que conduce al Pueblo de Dios, con la Biblia a bordo. El Espíritu nunca es el mismo, es transformador. Por ello, el Espíritu es la coincidencia de los opuestos. El Espíritu es el viento que guía a los navegantes del Pueblo de Dios, con la Palabra a bordo y el pan para compartir en el viaje.

La Biblia es un conjunto de libros unificado tras siglos de historia. Será considerado sagrado o santo por los creyentes, pero sigue siendo un libro. Cuando quienes caminan en la vida de la Iglesia se disponen a leerla en su habitación y en compañía de dos o más personas, la Biblia se transforma en «Palabra de Dios» o sencillamente en «Palabra».

Pero es el Espíritu el que vivifica la Escritura, la Palabra. Transforma el libro, la Biblia, en Palabra de Dios. Sin el espíritu, la Iglesia es una barca incapaz de navegar. Toda la Sagrada Escritura, cuando es guiada por el Espíritu, se transforma en Palabra de Dios para los creyentes.

En el capítulo 11 de la Dei Verbum se habla de los autores de esta Palabra. Aunque para los creyentes la Biblia tiene como Autor principal a Dios, los autores humanos escriben lo que el Espíritu les comunica para los demás y no para sí mismos. Son también “verdaderos autores”.

Cada autor humano tiene su propia «intención», como reconoce la Dei Verbum en el capítulo 12. Por eso, cuanto más profundice el lector en la intención del autor de cada pasaje de la Biblia, estará en mejores condiciones de captar el significado más apropiado. Hay que reconocer también que el autor es un hombre de su tiempo.

Así, la Palabra remite al carisma de cada persona. Cada autor tiene un carisma profético, diferente a los demás. Este carisma es un don del Espíritu, no una conquista humana.

La Dei Verbum señala, además, otra característica del carisma profético: Éste tiene en cuenta la tradición de la Iglesia y la fiabilidad de la fe recibida por Dios. La Palabra de Dios y la palabra humana son inseparables.

Por ello, al Espíritu se le debe la unidad de la Escritura transformada en Palabra de Dios. Según todo este trazado, la Palabra de Dios es viva y eficaz. Uno de los axiomas más fascinantes de Dei Verbum capítulo 12 es el que afirma que la Escritura «hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió». Y pide a cada destinatario que así lo haga.

El texto sagrado adopta, de esta manera, nuevos y variados significados al convertirse en “palabra inspirada”.

Los números 11, 12 y 13 de Dei Verbum orientan hacia dónde nos dirigimos: la inspiración de la Escritura consigna la verdad de Dios, que es lo que nos lleva a la salvación. Este es el fin último de la Sagrada Escritura: los creyentes siguen leyendo la Biblia porque en ella está su salud, o lo que es lo mismo, su salvación. Su salvación depende de la escucha de la Palabra, que se revela plenamente en Jesucristo. El acontecimiento central de la salvación es la cruz de Cristo, con su muerte y resurrección.

En esto la Palabra de Dios no es como la palabra humana que necesita tiempo para realizarse. La Palabra de Dios es creativa y operativa: se realiza cuando es dicha. La Palabra de Dios produce un efecto seguro a pesar de todas las incertidumbres y dudas del corazón humano. Un efecto que solo pide la fe en el que se convierte con el tiempo en oyente infatigable de la Palabra del Señor. La Palabra de Dios es efectiva porque nace del cuidado del Señor por cada uno.

La máxima revelación de la Palabra de Dios se ha realizado en Cristo. Y en Jesús, la Palabra “se hace carne y habitó entre nosotros”. Él comparte el éxodo de cada persona en el mundo y establece con cada persona una alianza que nunca falla. Y llegamos a puerto cuando se ha interiorizado que la Escritura genera, ante todo, el amor. El amor a Dios en Cristo por los seres humanos, entre las personas y entre ellas y Dios.    

La lectura «espiritual», en el sentido más literal del término, no es una opción entre muchas a disposición del intérprete, sino que es esencial de la Sagrada Escritura ya que el único Espíritu inspira la intención del autor, del texto y del lector

El Espíritu nos guía. Somos una nave guiada por el Espíritu y la Palabra de Dios. Si lo vemos de otro modo, corremos el riesgo de naufragar.  ¡Las mejores obras nacen de los conflictos!