Sacrosanctum Concilium

La Sagrada Escritura en la liturgia

2. La Sagrada Escritura en la liturgia (SC 24 y 35)

En la Constitución dedicada a la liturgia, Sacrosanctum Concilium, se aborda el tema de la conexión entre la Sagrada Escritura y la liturgia.

¡Escúchalo en Podcast!
La conexión entre la liturgia y la Sagrada Escritura es una característica propia de la fe bíblica judeocristiana, 
ya que es una fuente de unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento

El prefacio a la edición del Ordo Lectionum Missae  de 1981 destaca la importancia de la Palabra de Dios en la liturgia, ya que la misma celebración litúrgica se apoya principalmente en la Palabra de Dios. La conexión entre la liturgia y la Sagrada Escritura es una característica propia de la fe bíblica judeocristiana, ya que es una fuente de unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

La Sagrada Escritura debe ser experimentada con un “afecto suave y vivo” en la liturgia, dice la Sacrosanctum Concilium. La expresión de “afecto” indica que el encuentro con la Palabra no debe ser entendido como un momento únicamente intelectual o cultural, sino como una experiencia “sensorial” abierta a la totalidad perceptiva con la que toda la comunidad está presente en la asamblea litúrgica. La escucha de la Palabra en la liturgia es profundamente “espiritual” ya que el Espíritu que actúa en la Palabra y en los sacramentos vivifica también la propia Iglesia reunida, renovando el prodigio de Pentecostés.

La Palabra proclamada en Lucas 24,13-35. Se narra el encuentro del Resucitado con los dos discípulos de Emaús, un relato de conversión donde la experiencia perceptiva y sensorial juega un papel importante. El misterioso peregrino que se acerca a los dos discípulos les muestra una visión diferente, ayudándolos a comprender los acontecimientos a través de las Escrituras, guiándolos hacia un cambio total en su inteligencia, visiones y corazón. El encuentro concluye con los dos discípulos descubriendo una reactivación en el “afecto suave y vivo” en la partición del pan, permitiendo que el Resucitado permanezca con ellos de una forma nueva.

Cuando se desatiende la Sagrada Escritura, el rito se ve como vaciado de su cauce original y acaba por desembocar en dos posibles salidas que, a pesar de ser opuestas, obtienen el mismo resultado de desnaturalizar la propia liturgia y hacer que pierda el gusto suave del encuentro con la Palabra. El primer peligro es el de confundir la creatividad con la arbitrariedad, mientras que el segundo peligro es el de inmovilizarse en las normas rituales, extinguiendo la vida creyente en una estéril repetición del rito.

La Sacrosanctum Concilium hace tres recomendaciones para que resulte evidente que rito y Palabra están íntimamente conectados en la liturgia. La primera recomendación establece que en las celebraciones se ofrezca una lectura de la Sagrada Escritura “más abundante, más variada y más apropiada”. La segunda recomendación es que se presente a los fieles una catequesis directamente más litúrgica. La tercera recomendación es más amplia y se refiere a la predicación “que forma parte de la acción litúrgica”.

El papa Francisco enfatiza en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium la necesidad de una seria valoración de la homilía en la praxis pastoral, declarando que es la “piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo”. El Papa se concentra en dos puntos: las características de la homilía y su preparación. La homilía debe ser breve y respetar el contexto litúrgico, no superponiéndose o dominando la celebración. El Papa también habla sobre la importancia de la cercanía cordial del predicador, la calidez de su tono de voz, la mansedumbre del estilo de sus frases, y la alegría de sus gestos. Es importante que el predicador se conecte con su comunidad para entender sus necesidades y hablarles de manera clara y efectiva.

La reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II tiene como uno de sus objetivos la profunda fusión entre acción litúrgica y proclamación de la Palabra de Dios. Aunque ha habido un gran trabajo desde entonces, aún se discute sobre su alcance. Una perspectiva reciente es el respeto a los leccionarios, ya que la Pontificia Comisión Bíblica ha señalado que actualmente no responden a las directrices del Concilio y sugiere hacer un balance y estudio de toda la estructura que subyace en ellos. Otra perspectiva es la formación litúrgica, ya que no basta con cambiar los libros litúrgicos para mejorar la calidad de la liturgia, sino que es necesario cambiar el corazón.

El papa Francisco ha señalado la necesidad de una formación continua y universal para todos los bautizados, ya que el conocimiento del misterio de Dios es una cuestión de relación y no de comprensión mental. Esta invitación del Papa menciona también las recomendaciones del Concilio Vaticano II en relación a la educación litúrgica y la participación activa del pueblo de Dios.

De manera especial esta formación debe darse en los seminarios. En ellos es necesario dice el Papa ofrecer una formación litúrgico-sapiencial para los clérigos, para que puedan guiar a las comunidades en el conocimiento del misterio de Dios. El texto concluye preguntándose sobre las razones de la necesidad de reiterar las recomendaciones del Concilio y los obstáculos que impiden una recepción más rápida.